miércoles, 17 de noviembre de 2010

EL ENMARAÑADO COMPLEJO DE ELEKTRA

CAPITULO I: NAUFRAGANDO EN EL DESIERTO.

Todavía con vida. 

Es mi primer pensamiento al despertar. Estoy recostada en un catre viejo dentro de una cabaña vacía. Al levantarme e ir al lavabo encuentro unos penetrantes ojos avellana, mirándome desde el otro lado del espejo, enmarcados por un ondulado cabello obscuro. En definitiva, soy hermosa. Una hermosa niña perdida. La más fina muñeca rota. 


¿Cuándo pasé de disfrutar ser la niña de papá a querer ser la zorra de algún padrote?  

Bajo los ojos y se obscurece la mirada. 

―No lo sé, pero lo disfruto. Me atrevo a responder, sonriendo tenuemente, maliciosamente. 


En realidad no me considero una muñeca rota; ese es un concepto masculino para dar a entender que una mujer después de sufrir un accidente, como una violación, no puede ser reparada; en cambió yo elegí este camino por mi cuenta. Soy una  muñeca que se despedazó a sí misma, una muñeca con voluntad e instinto de muerte ¿Qué  otra explicación  puede  haber  para  que haya aceptado por voluntad propia encerrarme en esta tumba? 

Aún en mi camisón casi transparente y mis bloomers blancos abro la puerta y salgo al desierto. 

Hay una ráfaga de viento que levanta la arena y juega con las ondas de mi cabello. Me tapo con el antebrazo la cara, para que no me entre arena en los ojos. Tras pasar lo veo: un enorme cementerio, no hay más que arena por todo lo largo y ancho. 

Extraño a papá, sus brazos enormes rodeándome, sus labios sobre mi cuello, su ternura en mi alma, su miembro entre mis piernas. Por supuesto,  no estoy hablando de mi verdadero padre, pero así le decía, de cariño, y porque se oía de un perverso genial. “Papá dame un beso”, “Papá, quiero casarme contigo”, “Papá quiero tu miembro”, “Papá eres el mejor en la cama”… en la cama, ahí era su mejor faceta. Normalmente, cuando estaba con él, todo era blanco, puro, un puto cuento de hadas del que no me quería salir nunca. Él sacó lo mejor de mí, esa niña que llevo dentro, una Blancanieves adorable con quien sea, una Alicia sin malicia, una cenicienta generosa y buena. Y todo lo obscuro se concentraba en la cama. “Si, papá, dame más papá, métemela más duro papá”. Kinky, perversión ultimadamente genial. Nunca me preguntó porque lo hacía, ni al principio, que fue casi jugando. Era una de sus muchas peculiaridades. Papá. Como lo extraño. 


Alex en cambio es un simple padrote de segunda… si, recuerdo, le dije “algún padrote” o sea: ni siquiera llega a ser “el padrote” o uno en específico, sino cualquiera, uno sacado del montón. De repente le digo Alex el León, porque me gusta mucho Madagascar, pero la verdad es más lobo que león, sino: cómo se explican que me haya dejado aquí, sola, en medio del desierto, sin pensarlo dos veces y alegando que era por mi seguridad. Imbécil. 

Me siento sobre las escaleras, hay granitos de arena que se pegan a mis muslos y no es nada agradable. Mis ojos están en blanco. No sé que hacer,  no sé que esperar. De repente me pongo a cantar. A veces los sentenciados a muerte lo hacen, es quizá lo único que les queda.

―Like a virgin, touched for the very first time, like a virgin, when your heart beats…


Y lo veo. Un zopilote. Dando vueltas. No me deja ni terminar ese corito puñetero. When your heart  beats… Un corazón que late. Lo dicen como si nada, pero es lo que nos separa de la vida y la muerte, es lo que ese zopilote espera que se detenga, para venírse encima, lo que más quiero en este mundo, porque a nadie quiero y a nadie odio tanto como a mí misma. ¿Qué soy para ese zopilote? Carroña en la etapa de procesamiento: Espere mientras el producto queda terminado. 

Aquí podría morir y nadie se enteraría. Pero no, no será así, ahí viene algo en movimiento, algo que crece, algo con un inequívoco rugido artificial, es Angelito en su cuatrimoto, otro niño perdido más a las órdenes de Alex, ese padrote que nunca llenará los  zapatos de papá. 

Ya más cerca, discierno algo inusual: El pequeño Angelito  está bañado en sangre, que por su campante expresión no es suya… oh-oh, algo no anda bien.  

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